miércoles, 27 de marzo de 2013

13.Atravesando el umbral.



Miré hacia arriba desde las escaleras. Carol nos miraba agarrada a la barandilla con tensión. Martín también se había detenido.

-Ponte algo, nos vamos.- le dije a Carol.

A los cinco minutos apareció saliendo del portal. Mientras esperábamos Martín se había liado uno y ambos lo compartimos en silencio.
Nadie dijo nada durante todo el camino, nos limitamos a mirar cada adoquín, a cada paso. Éramos como entes fríos buscando el umbral para pasar al otro lado y encontrarnos con un dios que nos diera consuelo y el secreto para volver de nuevo, y esta vez, sanos, a la vida.

Dionisio puso nuestras copas sobre la mesa. Al fin alzamos la mirada.

-Bueno, en algún momento tendremos que hablar ¿no?-les dije.

-¿De qué? ¿De lo de Inés, de vuestro sexo lésbico o de mi falange sin dedo?-se soltó Martín.

- Si todo te importa una puta mierda puedes coger y largarte. –le dije.

-Oye, era una pregunta seria. Me perdí sobre la primera parte de la historia, no sé vosotras.

- Yo solo digo,-comenzó Carol.-que podríamos olvidarnos de todo eso durante un momento.-una lagrima le recorrió la cara y nos inclinamos hacía ella.

-¿Quieres hablar sobre ello?- le dijo Martín.

-Vamos, lo único que quiero, es seguir viendo que estáis ahí. Solo me habéis traído problemas desde que entrasteis en mi vida. Pero sois lo único que tengo. Y os necesito ahora. Antes de que muera alguien. Luego siempre es tarde…tarde…-balbuceaba Carol.

La abracé mientras Martín le agarraba la rodilla. Todo se nos había ido de las manos desde un principio, pero se había creado algún tipo de vínculo que merecía intentar ser salvado. De hecho, Carol fue la que me había dado un sitio cuando me vi en la calle sin nada, nunca le había dado las gracias. Sin duda le debía una.

-Venga Carol, no llores, por mi parte voy a intentar dejar de hacer el capullo con vosotras –dijo Martín.

- Gracias… ¿Alma?- Carol me miró.

- Yo también voy a procurar empezar de cero. –me quedé pensativa

-¿Pero?-vio Martín.

- Hay una condición. Y creo que es lo que hará que todo funcione. –le dije.

-¿Cuál?

-Nada de sexo entre nosotros. Bajo ningún concepto.- declaré. –Si vamos a ser amigos hagámoslo bien. Sin suicidios innecesarios.

Carolina miró a Martín y luego, mientras dirigía la vista al suelo, asintió.

- Si no hay más remedio…acepto. – dijo él.

- Bien. Pidamos otros whiskys. –dije.- Hoy nos quedaremos hasta que nos echen del local.

4 comentarios:

  1. Vaya, vaya, vaya...¿Y ahora que hacemos?Te has puesto las pilas y has cumplido con los dos blogs, bien por ello. Diría no solo que has reducido la marcha, sino que has aparcado el coche. De momento nos hemos quedado sin sexo, ¿habrá llegado la hora de las confidencias? Una jugada inteligente, a ver que hace ahora Dani, que continuidad le da, es hora de sacar a la luz el oficio literario.Hiciste muy bien en aparcar, hay que explorar otros recursos y una historia entre tres permite experimentar. De escribir se trata.

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  2. Y de nuevo se me rompe el ritmo de publicación con mis alegrías informáticas. No doy una.
    Aquí continúa ese ritmo tranquilo y te has permitido establecer nuevas reglas de juego, unas nuevas reglas que me hacen preguntarme cuánto tardarán en volar en pedazos. Ya te comenté que dentro de la anatomía de las esferas me planteaba que Alma no miraba tanto por la amistad como por otros intereses, aunque quién sabe, uno se pone a escribir y a veces las intenciones no van siempre por donde se espera.
    Encuentro a una Carol muy afectada, que sin duda ha tenido que enfrentarse con su pasado y está algo quemada, pero me ha sorprendido un poco.
    Bueno, amistad, a ver cómo se enfrenta Martín a ese tipo de compromiso, ya lo vimos charlar con Yoel y no parecía tenerlo muy claro. Quién sabe.

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    1. ¿Que te ha sorprendido de Carol?

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    2. La forma en que exterioriza la tristeza cuando se pone a llorar. Sin duda ha estado sometida a una gran presión, pero parece que una vez abierta la caja de pandora es imposible cerrarla.

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