miércoles, 20 de marzo de 2013

12. De botellines y secretos

-Me teníais preocupado –Martín apareció al otro lado de la puerta cuando abrí esperando que fuese el repartidor de pizza. 

-Martín... No te esperaba.

-Niña, ¿qué querías? Después de la noche de la movida con el Chupacabras llevo un par de semanas sin noticias vuestras... Esperaba que aparecieseis en el Baco en algún momento, pero si Mahoma no va a la montaña...

-Ya... ¿Qué tal tu dedo? –intenté cambiar de tema.

-Mi no-dedo, querrás decir –dijo mientras me enseñaba la falange que le quedaba en el dedo meñique-. ¿Puedo pasar? –ya era tarde para decir que no.

-No hables muy alto, Alma está descansando en su habitación.

Martín se sentó en el sofá mientras yo cogía un par de botellines de cerveza de la nevera. Justo cuando guardaba el abridor llegó la pizza.

-He dejado el grupo.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Era el Chupacabras o yo.

-Tú eres mejor que el Chupacabras.

-Sí, pero Yoel y Julio no querían echar a nadie y él no quería irse, así que me he ido yo.

-¿Y estás bien?

-Bueno, yo sigo igual. Sigo viendo a Julio y a Yoel en el Baco, y evito encontrarme con el otro. Por lo demás...

Hubo un largo silencio. No sé cuánto duró. A mí me pareció eterno. Quería decirle mil cosas, pero no me atrevía a decir ninguna. La noche de la pelea fue fatídica para los tres. Alma perdió un pedazo de su alma, Martín un dedo y yo... Yo no sé si perdí o encontré.

-Siento no haberte acompañado al hospital –dije al fin-. Me daba miedo dejar a Alma sola en ese estado...

-No te preocupes, fui a ese centro de salud que hay al otro lado de la calle. Preferí no tener que coger el coche por si acaso. ¿Qué tal estuvo Alma?

-Mal. Estuvo un par de días apenas sin dirigirme la palabra y ahora creo que está arrepentida. No lo sé muy bien, no hemos hablado de lo que ocurrió.

-Me gustaría verla.

-Ahora no puede ser, está dormida.

Martín se levantó, cogió el portátil y puso algo de música. With or without you, de U2. Nos quedamos largo rato callados, escuchando la canción. Mirándonos, a ratos.

-Carolina, me gustaría preguntarte algo.

Nunca le había visto hablar tan en serio. Siempre andaba de cachondeo. Me lo dijo mirándome a los ojos como nunca me habían mirado y un escalofrío recorrió mi espalda. Tragué saliva e hice un gesto para que continuase hablando.

-¿Por qué te pusiste tan nerviosa cuando te pedí que condujeses?

-Llevaba mucho tiem... –me interrumpió.

-No me digas que llevabas mucho tiempo sin conducir, era algo más que eso. Había miedo en tus ojos, pero también otras muchas cosas que no supe identificar. Te quedaste paralizada.

-Martín, no sé si quiero hablar de eso contigo.

-O sea, que hay algo.

Me levanté sin decir nada y fui al baño a mojarme la cara. No estaba preparada para eso. Me miré al espejo y vi inseguridad en mis ojos. Me desnudé y me metí a la bañera. Dejé que se llenara mientras el agua golpeaba mi espalda, hice espuma y me tumbé.

Creo que había pasado más de media hora cuando Martín llamó a la puerta preguntando que si estaba bien. No respondí. Hubo un largo silencio y después abrió la puerta con una caja de botellines en la mano. Yo estaba llorando y empezamos a beber en silencio.

Cuando ya estaba lo suficientemente arrugada por el agua y lo suficientemente borracha, Martín me sacó de la bañera, soltó el tapón y me secó delicadamente con una toalla con la que después envolvió mi cuerpo.

Volvimos al sofá y entonces, con la intimidad propia del alcohol y la penumbra, le conté todo aquello que en su día le conté a Alma. Y, como ella, fue perspicaz y supo que había algo más. No insistió para que se lo contara y yo se lo agradecí. Nos abrazamos largo rato en silencio, sintiendo el calor que nos ofrecíamos el uno al otro, hasta que Alma se despertó.

Se quedó mirándonos desde la puerta y farfulló algo antes de marcharse dando un portazo. “Increíble”, me pareció que decía. Martín y yo nos miramos extrañados y él decidió ir tras ella. Mientras bajaba las escaleras del portal grité:

-¡Estaba embarazada!

5 comentarios:

  1. A la palestra de nuevo, así me gusta. ¿Qué le hace decirle a Martín que estaba embarazada cuando el accidente? ¿Nos encontraremos frente a un triángulo amoroso? Estos chicos beben demasiado, ya empiezo a preguntarme por el título de la serie, el triunfo de Baco, ¿será premonitorio?. Estupenda continuación tras la trifulca con el chupacabras. A la espera de la próxima entrega.

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    1. Me parece un buen punto de retorno,se relaja la tensión y da pie a otros conflictos. La imagen del baño con los botellines me parece sublime. Ya tenía ganas de darle caña de nuevo a Alma, al final uno se enamora fácilmente de los personajes. Espero con ansias al siguiente miércoles, a ver que consigo.
      Por cierto, yo también ando madrugadora

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  2. Muchas gracias por tu comentario, ender. Andas muy madrugador para estar de vacaciones, ¿no?
    La verdad es que sí, cada vez beben más estos chicos... A ver qué nos cuenta Alma -o Lucía- en el próximo capítulo.

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  3. Creo que no me había dado cuenta del cariño que le tengo a estos personajes ni de lo que los echaba de menos hasta que he leído esta parte. Iba a leerlo todo para ponerme al día, pero me fallo a mí mismo en nombre de algo más grande que se llama "prisas por leerlo".
    Has rebajado considerablemente la velocidad y los tiempos de la narración, que es algo que queríamos corregir desde hace tiempo. Muy bien hecho, el cambio de ritmo era más que necesario, pero lo has conseguido con un sobresaliente.
    La imagen de sacarla de la bañera y secarla me parece preciosa. Son las niñas de Martín.
    Muy buena parte. Ese final, con ese grito, me demuestra las necesidades de cambio de Carol, de superar aquello.
    No sé donde llevará esto, pero lo has escrito con un cariño que me ha tenido sonriendo todo el relato. Esa sonrisa que se te queda en los labios y en los ojos a la espera de una lágrima que no llega porque las lágrimas de alegría o anhelo o melancolía no están de moda, son de otro siglo y el romanticismo murió en el romanticismo.

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  4. Muchas gracias por tu comentario, Dani. Lo he leído recién despertada y me ha emocionado.

    Debo decir que es cierto que he rebajado la velocidad, pero no tengo yo todo el mérito. Creo que, indirectamente, estas semanas de parón que hemos tenido han ayudado mucho en eso. Si esta parte se hubiese escrito cuando tocaba publicar, el resultado probablemente habría sido muy diferente.

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