miércoles, 2 de enero de 2013

11. Un puto superhéroe

Me quedé mirando a Alma que desde el suelo me recriminaba que hubiese ido a buscarla. Ni siquiera hizo amago de cogerme de la mano que le tendía. A mi lado se colocó Carol y pude ver como Alma le lanzaba una mirada extraña.

-¿Qué te has metido algo? –le pregunté mirando sus ojos rojos, las ojeras y su mirada perdida.

-¿Quién te ha dicho que puedes pasar? –escuché una voz a mi espalda.

Justo me volví y me encontré al Chupacabras con una erección que se asomaba en la bata que llevaba.
Me quedé de piedra.

-¿Qué coño haces aquí con el mierda éste? –me volví gritando a Alma. 

-¡Eres un mierda! –me chilló Alma desde el suelo con una voz ronca y extraña. 

La cogí del brazo para que nos fuésemos y tiré de ella. Pero me mordió y se apartó de mí.

-¡Déjala que se quede si quiere! –me gritó el puto Chupacabras desde detrás. 

Tal y como noté su mano en el hombro para que me fuese, me giré y le lancé un puñetazo. Me crujió la mano cuando chocó contra su cara y noté como su cuerpo cedía, cayendo hacía atrás hasta que su cabeza chocó contra el suelo. 

Empezó a sangrar por la sien y se quedó allí tirado, gimiendo y sujetándose la cabeza con la mano, con la bata abierta y su polla dura alzándose entre sus piernas.

-¡Vámonos! –grité a Alma y Carol, pero se habían quedado paralizadas mirando la sangre que ya hacía un charco en el suelo y ninguna hizo amago de irse. 

Me sujeté la mano del dolor y volví a decirles que nos fuésemos de allí. 

-¿Qué te crees un puto héroe?-me chilló Alma.

La cogí del brazo de nuevo y traté de levantarla pero se apartó de un tirón y se fue al otro lado de la habitación. De repente cogió una bolsa con pastillas que había encima de la mesa y empezó a meterse  todas de golpe en la boca.

-¡Alma! –se lazó Carol a detenerla, pero Alma ya estaba tragándose las pastillas.

-¡Los dedos! ¡Métele los dedos! –le grité. 

Carol la sujetó con una mano y con la otra le metió los dedos en la boca hasta que Alma empezó a vomitar.
Justo en ese momento noté todo el peso del Chupacabras en el costado y me lanzó al suelo y empezó a darme puñetazos.

-Eres un puto hijo de puta –me dijo mientras me hundía el puño en un ojo. 

 Intenté apartarme y conseguí tirarlo al suelo junto a mí y me levanté dándole una patada entre las piernas que lo dejó paralizado mientras se sujetaba el bajo vientre.  Carol gritaba y Alma no dejaba de vomitar, manchándolo todo de un líquido de color brillante.  

-¡Al coche! – les grité a Carol y Alma. Carol empezó a arrastrarla hasta la puerta, pero desde el suelo el Chupacabras le sujetó el pie cuando pasaron por nuestro lado.

-¡No la toques, hijo de puta! –le grité dándole otra patada. 

Alma consiguió librarse pero se dobló en el suelo y empezó a vomitar de nuevo mientras Carol impotente intentaba arrastrarla hacia afuera.

-¡Déjala! ¡Sal al coche! –grité a Carol. Ella se me quedó mirando y le hice un gesto con la cabeza, diciéndole que todo iría bien. Salí con ella fuera dejando a Alma y al Chupacabras dentro.

-¿Tienes el carnet? –le pregunté gritando a Carolina mientras sacaba las llaves del viejo coche del bolsillo. Ella se quedó paralizada y pálida y lentamente afirmó con la cabeza, pero acto seguido empezó a negar.

-No, no, yo sólo voy en tren, hace años que no conduzco... –musitó con una voz que apenas se escuchaba.

-¡¿Tienes carnet o no, joder?! –le grité. Lentamente afirmó y no le di tiempo a que se negara  –Entonces tú conduce, no pienso dejar a Alma aquí.

Le lancé las llaves, las recogió y volví a entrar al local del Chupacabras. 

Nada más entrar, vi una sombra que caía contra a mí y el Chupacabras me hundió la rodilla en el pecho. 

Caí al suelo junto a Alma y pude verla allí tirada, de lado, casi ahogándose en su propio vómito.

-No pienso largarme sin ella.

-No quiere irse contigo –me dijo el Chupacabras mientras me daba una patada en el costado.

-Me da igual –gruñí casi sin voz.

Me arrodillé junto a ella y empecé a rodearla con los brazos para intentar que se alzara.

-¡Suéltala! –me gritó el Chupacabras.

Me giré hacia él y vi que sujetaba una navaja en la mano. Me quedé paralizado.

-¡Suéltala! -me volvió a gritar.

Volví a rodearla con los brazos y la levanté un poco mientras trataba de llevarla hacia afuera.

El Chupacabras se acercó corriendo, me lanzó un navajazo hacia la cara y, como pude, lo paré con la mano derecha  de la que empezó a salir sangre a borbotones. Noté un dolor puntiagudo que me recorrió desde la mano hasta las encías, y con los ojos cerrados de dolor le lancé la mano herida a la cara y se la llené de sangre. Lo rodeé con los brazos y conseguí tirarlo al suelo y que soltara la navaja. 

En el suelo empecé a darle patadas, una detrás de otra, en la cabeza, en el pecho, en las piernas. Cuando se quedó quieto, rodeándose el cuerpo con las manos, fui corriendo hasta Alma y me agaché para recogerla en brazos. Conseguí llegar al coche y sentarme con Alma encima en el asiento de copiloto y cerré la puerta justo cuando el Chupacabras llegaba detrás de nosotros,  desnudo, con todo el pecho brillando de sangre y aún con la erección. 

 -¡Arranca, arranca! –grité a Carol. Pero ella no reaccionaba.  

El Chupacabras se colocó junto a mi ventanilla y empezó a golpearla con el codo. Los golpes que daba retumbaban en el coche y parecía que el cristal se rompería en cualquier momento.

-¡Conduce, joder, arranca! –grité a Carolina, pero ella no reaccionaba. Se limitaba a sujetar el volante y mirar hacia delante, sudando, paralizada, ausente, sin decir nada, como si fuese una estatua. 

Le giré la cara con la mano que no tenía herida y vi que tenía la miraba fija en un punto que estaba detrás de mí, a kilómetros de mí, con los ojos desenfocados como si mirase desde el fondo de un pozo.

-No... no puedo. –musitó apenas.

-¡Carol! –la zarandeé–¡Tenemos que irnos!

Quité el freno de mano y el coche se deslizó lentamente hasta chocar contra el coche de detrás del que saltó la alarma. Le quité las llaves de las manos y arranqué el motor y empecé a girar como podía el volante.
Alma empezó a vomitar dentro del coche y me entraron arcadas, el jodido Chupacabras no dejaba de gritar desde fuera del coche y de lanzar golpes contra la ventanilla, la alarma del coche de detrás no dejaba de sonar y Carolina continuaba ausente mirando hacia el frente sin hacer nada.

-Carol... –dijo Alma con lágrimas en los ojos- todo eso ya pasó, -y comenzó de nuevo a vomitar- ya pasó, ya pasó –murmuraba mientras yo le limpiaba con la camiseta las babas de los labios y le manchaba la cara de sangre.

Lentamente Carol comenzó a despertar y con lágrimas en los ojos metió la primera marcha y se le caló el coche. La ventanilla estaba a punto de reventar por los golpes del Chupacabras. Carolina volvió a arranchar, metió primera y aceleró. Alma gimió y vomitó contra la ventanilla empezó a llorar. El Chupacabras se puso delante del coche y Carol hizo marcha atrás hasta la primera bocacalle y, chocando contra la acera y una farola, consiguió sacarnos de allí mientras el Chupacabras corría detrás de nosotros, desnudo, con la polla aún tiesa y gritándonos que éramos unos hijos de puta. 

 Cuando ya estábamos a unas calles de allí, abrí la ventanilla y ayudé a Alma a que se girara y asomase la cabeza para despejarse. Siguió vomitando dejando un reguero por el asfalto y salpicando el coche. El aire que entraba por la ventanilla era fresco y parecía que nos iba a cortar la piel.

Carol se limitaba a conducir, sin decir nada, mirando hacia el frente. Sólo pareció reaccionar cuando nos paramos en un paso de peatones y cruzó una madre empujado un carro con dos bebés. Ella se limitó a parpadear, como si despertase, y sonrió con tristeza hasta que el semáforo se puso en verde y volvió a quedarse ausente mientras conducía. 

Yo cada vez me sentía más cansado y los latidos me retumbaban en los oídos.

No conocía aquella parte de la ciudad y no supe dónde estaba hasta que vi el cartel que anunciaba “Residencial Buenos Días” y empecé a reírme a carcajadas.

Carol aparcó el coche en la misma puerta del edificio, en las plazas reservadas para discapacitados. Abrí la puerta y ayudé a salir a Alma y la senté en la acera. Carol no salía del coche y me acerqué a ver si todo seguía bien. 

Ella estaba paralizada de nuevo, sudando, con lágrimas en los ojos y con los labios temblorosos. Abrí la puerta del conductor y traté de ayudarla a salir pero tenía las manos aferradas al volante, como si estuviese encadenada a él. Haciendo fuerza conseguí que lo soltase y prácticamente la arrastré fuera del coche. El asiento estaba manchado de sangre.

-¿Estás bien? –le pregunté mirando que también llevaba el pantalón manchado de sangre por detrás.
Ni siquiera contestó y fue a sentarse en la acera junto a Alma.

Sin meterme en el coche, quité el freno de mano y empujé el coche hasta una plaza vacía que había al lado de las de discapacitados y regresé y  me acuclillé junto a ellas. 

Noté un latigazo que me recorrió todo el brazo y volví a tener conciencia de mi propio cuerpo. Agaché la cabeza y vi el charco de sangre que se formaba en el suelo. Estiré el brazo como pude y me miré la mano.

-Me parece que me falta un dedo –indiqué sin más mientras veía como el suelo se levantaba hasta chocar con mi frente haciendo que todo se oscureciera.

3 comentarios:

  1. Prometiste acción y nos la trajiste. No sé si ya estabas pensando al decirlo en sobarle los morros al chupacabras. Has dejado a Alma y a Carol un poco alucinadas, que no entienden muy bien a que viene ese derroche de violencia. ¿Celos? Porque de eso tiene pinta, de que subyace bajo la apariencia de salvador un ataque de celos de Martín al descubrirla entregándose al chupacabras. Todos perdidos y de momento ninguno es capaz de encontrarse, más comfundidos aún tras esta experiencia. A ver que nos trae None como continuación.

    ResponderEliminar
  2. Ya tenía la idea de reaccionar al ver cómo Lucía desarrolló el personaje del Chupacabras. Realmente me siento bastante orgulloso de la creación de los secundarios. Siento que los estamos usando bien a la espera de que el pasado de Carol y el de Alma empiecen a hacer su aparición. En nada, de nuevo, None vendrá con una continuación y el proyecto en marcha.

    ResponderEliminar
  3. Madre mía,no recordaba que no había comentado este capitulo, y mira que hemos tenido tiempo...
    Te lo digo ahora, tras haberlo leído miles de veces, me parece un capitulo muy bueno, dinámico y cinematográfico. Las cosas se van fácilmente de las manos con resultados inesperados-sobre todo el dedo de Martín, como gustosamente ha elegido Noe crear jaja- . El tiempo es perfecto y te hace fácilmente ser cómplice de toda esa trama llena de tensión y violencia. Esta claro que no han elegido un camino recto, así que tendremos que agarrarnos porque se prevén curvas.

    ResponderEliminar